Pensar en nada es el quinto álbum del cantautor argentino León Gieco. Fue lanzado en el año 1981 por el sello Sazam y producido por Oscar López. La canción que le da título es una gran actualización del folk de Gieco que se convertiría en un éxito absoluto con el paso de los años; en "La cultura es la sonrisa" y "Cumbia de la ciudad" se mete en ritmos tropicales; mientras que "Bajaste del Norte" (de Raúl Porchetto y con Dino Saluzzi en bandoneón), "Aquí, allá, hoy o mañana" (en vivo), "Soy un pobre agujero", y "Chacarera de un atardecer" (también con Saluzzi) son clásicos en los conciertos de Gieco.
Este es un álbum de alta costura que tuvo la mala suerte de ser el sucesor de una bomba que demoró un tiempo en estallar y cuya onda expansiva arrasó con todo. Pensar en nada brilla con luz propia, empezando por la enorme canción que le da nombre al disco. Su único "problema" fue el éxito, enorme y tardío, del álbum del propio Gieco: 7 años, que incluye, entre otros, el hit astronómico "Sólo le pido a Dios". Sin embargo, el tiempo hizo justicia para ubicarlo entre lo mejor de su discografía.
"León Gieco es un fenómeno social dentro de la música popular argentina. Su simpleza y la transparente claridad de su arte le dieron un carisma que sedujo irresistiblemente a la audiencia. Tan tranquilo como su música fue el ascenso de Gieco hasta alcanzar el lugar más alto, qué hoy indiscutiblemente le pertenece. No es un gran cantante ni su prosa tiene la fluidez retórica de otros autores; él lo sabe y sólo intenta dejar humildemente un mensaje, que a veces puede ser una preocupación social, un viejo amor o una vida desperdiciada. Y es allí donde nace la verdadera estatura del Gieco compositor; sus letras, muchas veces simples y candorosas, pueden retratar con llaneza los profundos conflictos del alma humana.
Estos elementos, que van mucho más allá que la simple impresión de la música en el vinilo, hacen por demás dificil hablar de Gieco en el plano estrictamente discográfico; porque, aun en menor medida, esa "seducción" que él ejerce en un escenario tiene sus resabios en el disco. "Pensar en nada" es casi la culminación de una línea estilística a la que Gieco adhirió desde hace algunos años. Influenciado en sus comienzos por los grandes Iideres del folk estadounidense de los sesenta, pronto comenzó a copiar más la actitud de aquellos héroes que la música que elaboraban. Así fue como, lentamente, inició un viaje introspectivo musicalmente, pasando de las tímidas insinuaciones a una abierta y cruda experimentación con el folklore nacional en todas sus variantes. Caso atípico dentro del rock, él es el único exponente de una corriente musical bastante cerrada que ha logrado abrirse sin limites y, lo que es mejor, conseguir que el público lo siga, lo escuche y lo apruebe en sus experiencias. El tema que da nombre al álbum y "Vino algo y lo arrasó" (de Raúl Porchetto) son los dos únicos exponentes de rock eléctrico en todo el álbum. El primero es un rock simple, tocado con un sonido muy moderno: guitarras limpias tipo Dire Straits, un bajo y una batería sólidos. El otro rock eléctrico es una canción de estructura bastante compleja, poco cómoda para el estilo de Gieco, quien a pesar de todo sale airoso respaldado por la impresionante banda de Porchetto. "La cultura es la sonrisa" es uno de los textos más logrados que Gieco compuso en los últimos tiempos. La apelación es simple, directa, pero no esconde lo dramático de su trascendencia. La canción siguiente es uno de los puntos más altos del álbum: "Rajaste del norte" es una hermosa balada de Raúl Porchetto, que Gieco cantaba en el '75 cuando la gira de PorSuiGieco. La atmósfera de tristesa de la letra está perfectamente desarrollada por un Dino Saluzzi brillante en bandoneón; y Gieco canta muy afinado y con una adecuada resonancia. "Vení que te digo algo (se nos va la vida)" es un breve instrumental a dos guitarras con Gustavo Santaolalla. Son apenas unos instantes de profunda belleza y melancolía, el cierre digno para un álbum parejo, serio. León Gieco continúa su camino, y es bueno comprobar que está recorriendo la senda acertada."
Revista Pelo: Reseña del disco (1981)
Estos elementos, que van mucho más allá que la simple impresión de la música en el vinilo, hacen por demás dificil hablar de Gieco en el plano estrictamente discográfico; porque, aun en menor medida, esa "seducción" que él ejerce en un escenario tiene sus resabios en el disco. "Pensar en nada" es casi la culminación de una línea estilística a la que Gieco adhirió desde hace algunos años. Influenciado en sus comienzos por los grandes Iideres del folk estadounidense de los sesenta, pronto comenzó a copiar más la actitud de aquellos héroes que la música que elaboraban. Así fue como, lentamente, inició un viaje introspectivo musicalmente, pasando de las tímidas insinuaciones a una abierta y cruda experimentación con el folklore nacional en todas sus variantes. Caso atípico dentro del rock, él es el único exponente de una corriente musical bastante cerrada que ha logrado abrirse sin limites y, lo que es mejor, conseguir que el público lo siga, lo escuche y lo apruebe en sus experiencias. El tema que da nombre al álbum y "Vino algo y lo arrasó" (de Raúl Porchetto) son los dos únicos exponentes de rock eléctrico en todo el álbum. El primero es un rock simple, tocado con un sonido muy moderno: guitarras limpias tipo Dire Straits, un bajo y una batería sólidos. El otro rock eléctrico es una canción de estructura bastante compleja, poco cómoda para el estilo de Gieco, quien a pesar de todo sale airoso respaldado por la impresionante banda de Porchetto. "La cultura es la sonrisa" es uno de los textos más logrados que Gieco compuso en los últimos tiempos. La apelación es simple, directa, pero no esconde lo dramático de su trascendencia. La canción siguiente es uno de los puntos más altos del álbum: "Rajaste del norte" es una hermosa balada de Raúl Porchetto, que Gieco cantaba en el '75 cuando la gira de PorSuiGieco. La atmósfera de tristesa de la letra está perfectamente desarrollada por un Dino Saluzzi brillante en bandoneón; y Gieco canta muy afinado y con una adecuada resonancia. "Vení que te digo algo (se nos va la vida)" es un breve instrumental a dos guitarras con Gustavo Santaolalla. Son apenas unos instantes de profunda belleza y melancolía, el cierre digno para un álbum parejo, serio. León Gieco continúa su camino, y es bueno comprobar que está recorriendo la senda acertada."
Revista Pelo: Reseña del disco (1981)
No hay comentarios:
Publicar un comentario